El Corán es el mayor don otorgado por Dios a la humanidad, y su sabiduría es única. En pocas palabras, el propósito de la Escritura es conservar las revelaciones anteriores y restaurar la verdad eterna de Dios, guiar a la humanidad por el camino recto y estimular el alma humana, despertar la conciencia e iluminar la mente de los hombres.
El Corán es la palabra de Dios revelada a Muhammad a través del Santo Espíritu Gabriel, y está fuera de la inauguración humana producir nada semejante. Los contemporáneos de Muhammad han sido considerados como los mayores maestros de la lengua árabe, reconociéndoles motivos poderosos para poder crear un texto rival. Pero no pudieron producir nada similar al Corán, en contenido o estilo. Muhammad carecía de estudios formales y nunca lo ocultó. Su mayor mérito estriba en que fue un analfabeto, que se elevó entre analfabetos para enseñar a todos los hombres, intuidos y no instruidos, el auténtico mensaje de Dios. Este es el primer hecho que confirma que el Corán es la palabra de Dios.
Otra característica significativa del Corán en su viabilidad. No se complace en pensamientos ambiciosos. Ni sus enseñanzas piden lo imposible, o flotan sobre optimistas corrientes de ideales inalcanzables. El Corán acepta al hombre como es y le exhorta a convertirse en lo que puede ser. No estigmatiza al hombre como criatura desamparada o sin esperanza, a la que condena del nacimiento a la muerte, o sume en el pecado desde el útero a la tumba, sino que le muestra como un ser noble, honorable y digno. La viabilidad de las enseñanzas coránicas queda establecida por los ejemplos de Muhammad y de los musulmanes, a través de los tiempos. La peculiaridad del Corán es que sus instrucciones se dirigen al bienestar general del hombre y se basan en las posibilidades que éste tiene a su alcance.
La sabiduría coránica actúa en tres dimensiones principales: hacia dentro, hacia fuera y hacia arriba. Hacia dentro, penetra en los rincones más recónditos del corazón y alcanza las mayores profundidades de la mente. Se dirige al saludable cultivo del individuo desde su interior. Esta penetración hacia dentro es diferente y llega mucho más lejos que cualquier otro sistema legal o ético, porque el Corán habla en nombre de Dios y somete todas las cosas a El.